Tal y como sucedió en Salzburgo, en el año 2013, Parra volverá a compartir la dirección orquestal en uno de los grandes escenarios del mundo. Esta vez, detalló, “el maestro Chailly abre el concierto, luego yo hago una obra y finalmente el maestro cierra”
Vía: Correo del Orinoco | Texto/Jeylú Pereda
“Voy a dirigir en La Scala de Milán con el maestro Riccardo Chailly”, anunció el joven músico Jesús Parra en entrevista con el Correo del Orinoco.Ambas batutas guiarán el debut internacional de la Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela (SNIV) el próximo mes de agosto.
Tal y como sucedió en Salzburgo, en el año 2013, Parra volverá a compartir la dirección orquestal en uno de los grandes escenarios del mundo. Esta vez, detalló, “el maestro Chailly abre el concierto, luego yo hago una obra y finalmente el maestro cierra”.
El director de 20 años de edad comentó que la preparación “ha sido un trabajo exhausto, de día a día y desde primera hora de la mañana hasta largas horas de la noche”.
Desde que se integró al seminario con la SNIV, señaló, han sido los días más agotadores del año. No obstante, manifestó el orgullo de trabajar con una sinfónica a la que calificó –“sin modestia alguna”– como “la mejor orquesta infantil del mundo”.
Parra vaticino el éxito de la selección 40º aniversario del Sistema de Orquestas: “Estoy seguro de que estaremos complacidos con el debut de la orquesta porque dejará asombrado a todo aquel que la vea, y en Milán será algo de no creer”.
EL CAMINO HACIA LA MÚSICA
Jesús Parra se inició en la música a los 11 años de edad. Actualmente es músico de la Orquesta Juvenil de Caracas, pero sus primeros pasos fueron en el núcleo de La Victoria, en el estado Aragua. La hermana de Parra –también formada en el Sistema– es la referencia que menciona el joven sobre sus primeros contactos con la música. “Desde pequeño escuchaba la música que ella compraba de Mozart, Beethoven. Ella decía que yo movía los brazos, que era muy inquieto”, comentó.
El segundo encuentro ocurrió cuando una orquesta tocó en una iglesia cercana a su casa: “Cuando escuché que comenzaron a tocar me atrapó la música y pensé que yo también podía hacer eso”. Desde ese momento, “le insistí a mi mamá porque yo quería estar en la orquesta y a las pocas semanas estaba ahí”, contó Parra. Iba al núcleo todos los días y “desde allí comienza esto que yo no pensé; incluso cuando comencé a dirigir yo nunca pensé en entrevistas, ni grandes escenarios”.
LA TRANSFORMACIÓN
Parra cuenta que durante su infancia se caracterizó por ser muy travieso. Sin embargo, cuando ingresó al Sistema “esa travesuras se convirtió en atención a un oficio noble: la música”.
Es enfático cuando dice que “no sabría que estaría haciendo hoy si no fuera por la orquesta”. Cuando era niño vivía en el sector Las Carmelitas, cerca del barrio San Pedro de La Victoria.
“Yo vengo de un sitio donde uno ve armas y otras cosas que no debería ver un niño. Aunque mis padres siempre me dieron una buena educación, uno ve cosas en la calle, de eso nadie se salva”, narró el joven.
Desde la primera vez que llevó un instrumento a su casa – un violín – comenzó el cambio. “El Sistema me rescató”, afir- mó el músico: “Dejé de estar tanto en la calle, menos tiempo de ocio, me la pasaba tocando. Yo no me di cuenta, sino con el paso de los años cuando pienso quién era y quién soy ahora”.
LA PRIMERA VEZ
Parra tenía 12 años cuando dirigió por primera vez una orquesta. El himno nacional fue la pieza del debut y La Victoria el escenario. “La primera vez que tuve contacto con el podio fue una satisfacción enorme y pensé que estaba alcanzando otra escala”, indicó.
Hace poco el joven vio el video de esa primera vez y, así como lo pensó ese día, hoy responde que está seguro de que “podría hacer esto toda mi vida”. Como todo ser humano, confiesa que los nervios nunca desaparecen por completo, ni a pesar del tiempo.
Sin embargo; “uno se prepara para regalarle un buen concierto al público; luego recibes los aplausos y cuando llegas a tu casa, te quitas los zapatos, descansas, te da tiempo de pensar y dices: cónchale realmente vale descansar poco, trabajar y estudiar mucho para hacer música”.
Parra se define como un creyente de Cristo. Es por esa razón que “antes del concierto siempre elevo mis oraciones a Dios”.
EL CRECIMIENTO
Dirigir escenarios como el de Milán, además de ser el inicio de una prometedora carrera, para Parra es también “un pretexto para seguir estudiando más”.
A su juicio, “mientras más grande es la responsabilidad, mayor pienso que debe ser el estudio”.
Su mente, expuso, no se centra tanto en los escenarios internacionales, sino en el estudio constante. “A la larga ese crecimiento ha traído frutos y recompensas, pero yo soy algo inconforme; creo que aún hay más, aún soy muy joven y nunca se termina de aprender”, sostuvo el músico.
EL SISTEMA
En cuanto al Sistema como modelo pedagógico y social, Parra destaca su impacto en el mundo entero. “Es un proyecto que salió de la mente más brillante del siglo XX, el maestro José Antonio Abreu, quien es un maestro por su calidad humana y por la cantidad de conocimientos que tiene”, argumentó. A su juicio, “el Sistema funciona y rescata; a mí me rescató”.