El histrión mexicano quien interpretará el papel de Pylades en la ópera Iphigénie en Tauride, asegura que disfruta sus diferentes facetas como cantante, escritor y filántropo
SALZBURGO, 17 de agosto.- El público lo adora y es reconocido como uno de los mejores tenores de la última década, pero Rolando Villazón no deja de aceptar nuevos retos.
Este mes estrena un nuevo papel en el prestigioso Festival de Salzburgo, anda preparando otra novela y sigue animando a niños enfermos en su papel de payaso con una ONG austriaca.
“Estoy combinando todo eso con vivir, porque también tengo que disfrutar todos los momentos que me da esta vida loca en estas diferentes facetas artísticas”, cuenta.
Su regreso a la ciudad de Mozart es, además, con un papel que no ha cantado nunca, el de Pylades en la ópera Iphigénie en Tauride, del compositor alemán Christoph Willibald Gluck.
“Esta es mi primera ópera de Gluck”, cuenta el cantante sobre una obra que califica de “fantástica, intensa y de un dramatismo extraordinario” que, además, le supone un reto que le permitirá aventurarse en “un nuevo estilo”.
En la obra, que se estrena en el Festival de Salzburgo el día 19 de agosto, Villazón dará vida a un personaje que él mismo califica de “sincero y de una nobleza maravillosa” que “está dispuesto a dar la vida por el otro”.
El papel principal, la princesa Iphigénie, será interpretado por la mezzosoprano italiana Cecilia Bartoli, una de las grandes figuras de la ópera y con la que el mexicano cantará por vez primera.
“Estoy muy contento. (Cecilia) es una artista que realiza interpretaciones extraordinarias y únicas de todo lo que hace”, reconoce el mexicano.
También compartirá escenario con una compatriota, la soprano Rebeca Olvera, de la que Villazón afirma que “es un sol con una voz maravillosa”.
Y es que el tenor se reconoce orgulloso de ver a colegas mexicanos “triunfando por el mundo”, sobre todo porque opina que el camino para los artistas líricos no es fácil en su país.
“No crecemos con la cultura de la música clásica; hay que buscarla”, asegura.
“Los latinos tenemos que llegar a pasos acelerados a meternos a un mundo en el que todos los demás han crecido, tienen a la vuelta de su casa una ópera, donde ven lo mejor de lo mejor”, relata.
“Sé lo que cuesta salir adelante en el mundo de la música. Es durísimo”, reconoce.
Por ello, se muestra especialmente agradecido a los tenores mexicanos Francisco Araiza y Ramón Vargas.
“Nos hicieron a todos creer que se podía salir de México y hacer una carrera”, aplaude Villazón.
Pero aparte de cantar, el mexicano de 43 años de edad siente la necesidad de expresarse con otras disciplinas artísticas.
Tras publicar en 2013 la novela Malabares, su opera prima literaria que fue todo un éxito en Alemania, su segundo libro llegará a las librerías en la primavera de 2016.
Se trata de una obra que se publicará primero en alemán y solo después en español, y sobre la que no quiere dar detalles todavía.
“Ahora estoy empezando a escribir mi tercera novela. Esta faceta de escritor me encanta, siempre encuentro tiempo para escribir, en el avión, en el tren y también entre los ensayos”, cuenta.
Rolando Villazón colabora también desde hace años con Rote Nasen (Narices Rojas), una asociación dedicada a llevar una sonrisa a los niños ingresados en hospitales.
Para ello, la estrella de la lírica no duda en disfrazarse de payaso y visitar a esos pequeños.
“Quiero seguir apoyando a mis queridos payasos de Rote Nasen y acompañarlos a los hospitales, porque también es algo que adoro”, reconoce.
Además de cantar en Iphigénie en Tauride, su paso este año por Salzburgo ha incluido participar en el homenaje que el Festival dio el pasado día 29 a Plácido Domingo, para celebrar el 40 aniversario de su debut en este certamen.
“Estoy feliz de haber podido compartir el escenario una vez más con él”, afirma Villazón, que califica a Domingo como “el más grande de todos los tiempos”.
Él mismo celebra este verano el décimo aniversario de su primera actuación en Salzburgo, como Alfredo Germont en una inolvidable La Traviata, junto a la diva rusa Anna Netrebko.
Una producción que, recuerda Villazón, le lanzó a “otra dimensión” en su carrera. Y es que Salzburgo es una ciudad muy especial para este tenor, ya que Mozart es el compositor del que se siente más cercano.
“Todas las noches, cuando acaba mi día de trabajo, me dirijo hacia la plaza de Mozart (de Salzburgo), a decirle buenas noches y dejarle algunas flores”, confiesa.