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Antes de comenzar su idilio con la Filarmónica de Berlín, de la que tomará las riendas como director artístico el próximo año, el maestro ruso cautiva con su interpretación de la ‘Séptima’ de Beethoven junto a los ‘berliner’.
Vía: www.elmundo.es | Por ANTONIO MORAL
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El gran maestro ruso Kirill Petrenko, actual director general de música en Múnich, y máximo responsable de la Orquesta Filarmónica de Berlín a partir del próximo año, hizo su presentación anteanoche en el Festival de Salzburgo, en la mítica Grosses Festspielhaus, con un teatro lleno hasta la bandera por un público hipnotizado y completamente entregado al que consiguió hacer saltar de sus asientos tras una memorable interpretación de una Séptima sinfonía de Beethoven explosiva, llena de contrastes dinámicos y provista de una enorme tensión interna. Una obra a la que imprimió tal velocidad en el Allegro con brio final que parecía como si los superdotados y brillantes músicos de la Filarmónica de Berlín, absolutamente volcados con su nuevo Maestro, no pudieran ejecutar las notas que allí se encontraban escritas.
Esta claro que los berliner, como les llaman coloquialmente por estas latitudes, sabían muy bien lo que hacían al nombrarlo por unanimidad en 2015 como director musical de esta orquesta legendaria, para suceder a Sir Simon Rattle, que acaba de dejar su titularidad al final de la pasada temporada. Tras el aperitivo de la actual gira europea, con dos programas diferentes en cada una de las cuatro ciudades en las que recalarán este verano (Berlín, Salzburgo, Festival de Lucerna y los Proms de Londres), en agosto del próximo año comenzará el idilio artístico entre el gran director ruso y esta mítica orquesta berlinesa, que para muchos entendidos se encuentra entre las mejores del mundo, junto a la Filarmónica de Viena y la Sinfónica de Chicago.
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Petrenko es el antidivo por excelencia. Un hombre sencillo y de una extraordinaria timidez, de baja estatura, que no usa frac ni corbata, además de un jefe que viaja en el mismo autobús de la orquesta y se aloja en el mismo hotel que sus colegas músicos. No le gusta grabar discos, tan sólo acepta las emisiones directas por streaming y nunca concede entrevistas a los medios. Su único lema es trabajo, trabajo y trabajo. En la cena posterior al concierto del lunes, me decía uno de los dos únicos españoles que tiene esta orquesta, el viola murciano Joaquín Riquelme, que estaban “literalmente matados” tras la intensa semana de ensayos a la que les había sometido para montar estos dos programas de la gira con obras de Beethoven, Dukas, Prokofiev (Tercer concierto de piano, con Yuja Wang), Franz Schmidt (Sinfonía. n.4) y Richard Strauss. De éste último dirigió en la primera parte del concierto de anteanoche una cuidada y refinada versión del popular poema sinfónico Don Juan y una escalofriante lectura de Muerte y transfiguración.
Serán los únicos programas que dirigirá durante la presente temporada al frente de su nueva orquesta, además de otro más con la Quinta de Chaikovski en los atriles, dentro ya de la tradicional temporada de conciertos en la Philharmonie berlinesa. Mientras tanto, Petrenko seguirá con sus óperas en Múnich y con sus ciclo integral de las sinfonías de Mahler con su pequeña orquesta de provincias en el Vorarlberg austriaco, donde prepara sus conciertos habitualmente, lejos de cualquier foco mediático. Son los únicos lugares donde se podrá escuchar al maestro ruso, que no acepta más invitaciones ni le interesa el resto de los teatros de ópera por mucho glamour que tengan. Anteanoche Petrenko tuvo a sus pies al público de Salzburgo, en el que posiblemente sea el festival más exquisito del mundo. Aun quedan muchos conciertos por disfrutar: éste es sólo el principio de una nueva amistad, como decían en la mítica Casablanca.
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