Vía: valenciaplaza.com | MANUEL MUÑOZ
El célebre director se afilió al Partido Nacionalsocialista en 1933 y el compositor presidió el Consejo de Música del Reich, aunque ambos fueron exculpados por los tribunales de Desnazificación
VALENCIA. La eterna controversia que se mantiene en torno a la vinculación de Richard Wagner con el nazismo y la prohibición de facto de su música en Israel se pone de nuevo de actualidad en estos momentos en que celebramos el 150 aniversario del nacimiento del compositor Richard Strauss, que nació en Múnich en 1864, y el 25 de la muerte en Anif (Austria) del director de Orquesta Herbert von Karajan, que dejó este mundo el 16 de julio de 1989.
Quisiera con ello poner de relieve que Richard Wagner, que murió casi 50 años antes de que Hitler fuese nombrado canciller de Alemania, no tuvo vinculación alguna con el nazismo por imposibilidad histórica. Sí que es cierto, sin embargo, que Hitler hizo de la música de Wagner bandera de su régimen y símbolo de germanidad.
Y también que la nuera del compositor, Winifred, fue gran amiga de Hitler, lo acogía con familiaridad en Haus Wahnfried, la residencia de la familia en Bayreuth cuando acudía a los festivales, y siempre se ha dicho que le proporcionó el papel con el que el dictador escribió Mein Kampf cuando estaba encarcelado por el Putsch de Múnich.
No queda ahí la cosa, porque los festivales de Bayreuth se tiñeron de nazismo en la época en que Winifred, que enviudó de Siegfried, hijo de Richard Wagner, en 1931, los dirigió. Esta etapa concluyó en 1944, el último año en que hubo representaciones hasta que se reanudaron en 1951 después de la guerra.
Winifred, que nunca se arrepintió de su relación con Hitler, pero protegió a no pocos instrumentistas y cantantes judíos de la persecución del régimen, fue apartada por los Tribunales de Desnazificación y se hicieron cargo de la dirección sus hijos Wolfgang y Wieland. Ambos emprendieron una intensa desnazificación del festival que dura hasta hoy, aunque Wolfgang, el más longevo de los dos, murió en 2009.
LOS OTROS IMPLICADOS
En cambio hay muchos músicos importantes que se implicaron en mayor o menor medida con el régimen de Hitler. Entre ellos Karajan y Strauss, pero también otros compositores bien conocidos como Carl Orff, autor de los célebres Carmina Burana, directores como Wilhelm Furtwängler, Karl Böhm y Willem Mengelberg, o pianistas como Walter Gieseking.
Mientras que la música de Wagner continúa prohibida en Israel (Daniel Barenboim consiguió hace unos años interpretar fuera de programa elPreludio y muerte de Isolda, con gran escándalo), ninguna de las composiciones o grabaciones de los músicos que he citado han sufrido restricción alguna. Y ellos, como otros muchos, sí colaboraron con el nazismo.
Además lo hicieron cuando Arturo Toscanini dejó de dirigir en Bayreuth como protesta contra el régimen de Hitler, y otros muchos se marcharon de Alemania. De entre los que se fueron algunos eran judíos, como Otto Klemperer, Bruno Walter o Georg Solti. Pero otros no lo eran, comoErich Kleiber, Fritz Busch o Hermann Scherchen.
MÚSICA DEGENERADA
Los nazis consideraron “música degenerada” la escrita por compositores como Arnold Schoenberg, Paul Hindemith, Erich Wolfgang Korngold y un largo etcétera, que se vieron obligados al exilio e incluso algunos, comoErwin Schulhoff, murieron en campos de concentración.
Sin embargo, Carl Orff aceptaba los encargos del régimen, puedo estrenar en 1937 sus Carmina Burana e incluso compuso una nueva música para El sueño de una noche de verano por encargo del régimen, ya que la del romántico Felix Mendelssohn Bartholdy fue prohibida por tratarse de un compositor judío. Y el director austriaco Karl Böhm hizo encendidas defensas públicas del régimen a raíz del Anschluss o anexión de Austria por Alemania y llegó a pedir el saludo brazo en alto en sus conciertos.
EL CASO DE FURTWÄNGLER
Diferente es el caso de Wilhelm Furtwängler, que nunca hizo el saludo nazi y mantuvo cierta distancia con el régimen, pero tampoco dejó su puesto de titular de la Filarmónica de Berlín, dirigió conciertos de celebración de cumpleaños de Hitler y otros fastos del régimen y nunca abandonó Alemania. El principal encontronazo con las autoridades nazis fue cuando se le prohibió dirigir la obra Mathis der Maler, de Hindemith, en 1934, a raíz de lo cual dejó la dirección de la Ópera de Berlín y fue destituido como vicepresidente del Consejo de Música del Reich.
En el caso de Karajan, el director austriaco (Salzburgo, 1908), que fue titular de la Filarmónica de Berlín durante 35 años, su afiliación al partido se produjo en Austria en la temprana fecha de 1933. Muy bien considerado por los jerarcas nazis Joseph Goebbels y Hermann Göring, dirigióTannhäuser en 1935 con motivo del cumpeaños de Hitler e interpretó en muchas ocasiones el himno oficial nazi Horst Wessel.
No obstante, en una representación de Los maestros cantores de Núremberg en 1939, a la que asistía Hitler con los reyes de Hungría, Karajan, que dirigía de memoria, como ha sido siempre su costumbre, tuvo un despiste y la función hubo de interrumpirse. El dictador dijo que no volvería nunca cuando dirigiese Karajan, y este hecho, junto con su matrimonio en 1942 con la judíaAnita Gütermann contribuyeron a distanciarlo de los nazis, aunque nunca le prohibieron dirigir. En los últimos tiempos de la guerra se refugió en Milán, de la misma forma que Furtwängler marchó a Suiza.
EL INCIDENTE POR EL NOMBRE DE STEFAN ZWEIG
Strauss, que tuvo larga vida para la época, ya que murió en 1949, a los 85 años, era un compositor importante cuando los nazis llegaron al poder. Aunque no compartía su ideología, y mucho menos el antisemitismo (su nuera y sus dos nietos tenían sangre judía) Strauss sobre todo se dejó querer por los nuevos dirigentes de Alemania y llegó a ser presidente del Consejo de Música del Reich y compuso el Himno Olímpico para los juegos que inauguró Hitler en Berlín en 1933.
Su relación con el régimen acabó mal, y probablemente no tuvo más graves consecuencias debido a su entonces ya avanzada edad y a su gran renombre como compositor. Todo vino a raíz del estreno de la ópera La mujer silenciosa en Dresde. Strauss se resistió a las presiones de las autoridades nazis en el sentido de suprimir en el programa el nombre del libretista, Stefan Zweig, porque era judío. Tras el estreno el intendente del teatro, Paul Adolph, fue despedido y la obra se suspendió a partir de la tercera representación, a la vez que Strauss era destituido como presidente del Consejo de Música del Reich.
Tras la guerra los Tribunales de Desnazificación acabaron exculpando a todos los músicos citados, excepto Mengelberg, de nacionalidad holandesa, que murió sin reintegrarse a su profesión.
Por lo demás, quisiera dejar constancia de que los respectivos aniversarios de Karajan y Strauss han dado lugar a ediciones discográficas especiales en los sellos Deutsche Grammophon, Warner (que ha comprado la antigua EMI) y RCA (Sony), algunas de gran interés por volumen de grabaciones y precio.