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La música más genial del siglo XX descree de la existencia de una interpretación de género: “¿Qué sería lo femenino, una manera de expresar una melodía?”, se pregunta
Por Pablo Kohan | Vía: www.lanacion.com.ar
Fotografía CCK
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Martha Argerich está de nuevo entre nosotros y las pasiones que despierta están en su apogeo. Los argentinos sienten por ella una profunda admiración, pero también un amor sincero y, en este sentido, es difícil encontrar otro artista que despierte con tanta intensidad ambas emociones. Cuando tenía 13 años, en 1954, marchó a Europa para completar su formación. Con la fuerza arrasadora de un talento formidable y una técnica descomunal y sobre una base intelectual y de profundos conocimientos musicales, construyó una carrera que hoy ya es legendaria. Para corroborarla basta recordar que cuando el año 2000 se avecinaba y el nuevo milenio invitaba a conclusiones y síntesis definitivas, la extinta revista Classic CD, que mensualmente desparramaba decenas de miles de ejemplares por todo el mundo, convocó a músicos, empresarios del mundo de la música, críticos y productores discográficos para determinar quiénes habían sido los mejores músicos del siglo XX. Concluida la compulsa, con todas sus limitaciones y parcialidades, entre los primeros diez estaba ella, la única mujer dentro de esa decena de notables, codo a codo con Richter, Oistrach, Rostropovich y Menuhin.
Pero mientras todo aquello ocurría, con la Argentina, Martha mantenía una distancia insalvable, y hasta aquí de ella solo llegaban noticias y grabaciones. Hasta que, a mediados de los años 90, la gran pianista rompió con las lejanías y aquella ausencia casi permanente se esfumó.
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Comenzó a venir todos los años y su apuesta fue muchísimo más allá de lo que era imaginable. No solo retornaba para tocar en la Capital, sino que organizó un concurso internacional de piano, partió en gira para tocar en diferentes ciudades argentinas, sin distinciones y sin resquemores y, por último, instaló su Festival Martha Argerich en Buenos Aires. Hasta que, como todos recordamos, por causas ajenas a ella y por manejos inapropiados de quienes no evaluaron sus conductas, por decirlo de un modo muy general, todo se derrumbó.
Varios años después, en 2012, gracias a la gestión de algunos amigos, vino a tocar a Paraná y Rosario. Y desde 2014 hasta el año pasado, la trajo Daniel Barenboim. Así se completó la reconstrucción del vínculo. Ahora, una vez más, está entre nosotros y por un largo tiempo, ya que hará lo que a ella más la satisface, esto es, tocar con la gente con la cual ella se siente bien y pasear su arte por diferentes ciudades argentinas.
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Dejo los prejuicios de lado y, cuanto menos, yo tengo que probar cómo tocan y qué me provoca tocar con ellos”.
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Además, y esto es una verdadera novedad, superando antiguos y tal vez muy fundados resquemores, Martha está comunicativa y muy cordial, lo suficiente como para conversar con nosotros de todos los temas, sin restricciones.
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Sobre sus presentaciones junto a músicos que están, supuestamente, en un nivel diferente del de ella, explica las razones: “A mí me gusta estar en contacto con músicos y me estimula tocar con ellos, con todos ellos, sean más conocidos o menos conocidos, sean más viejos o más jóvenes, sean músicos que hacen carrera o quienes no la hacen. Disfruto de esas experiencias. Me gusta vivirlas y no las hago solo acá, sino en todos los lugares a los que voy. Están los que suponen que los stars solo deben tocar con stars. A mí me enriquece tocar con unos y con otros. Dejo los prejuicios de lado y, cuanto menos, yo tengo que probar cómo tocan y qué me provoca tocar con ellos”.
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El largo recorrido comienza este miércoles en Buenos Aires, en la Sala Sinfónica del CCK. Con Rafael Gintoli como violinista y director del ensamble Estación Buenos Aires, con la también violinista Cecilia Isas y con otros tres pianistas: Graciela Reca, Alan Kwiek y Mauricio Vallina, un pianista cubano que vino con ella, Martha ofrecerá un concierto bachiano de principio a fin. Se interpretarán tres conciertos, incluido el de cuatro pianos y orquesta. Pero la noche se abrirá con ella tocando en soledad la Partita Nº 2 en do menor. Al respecto, dice: “No me gusta tocar sola. Es muy cansador y tensionante. Yo necesito estímulos para tocar, y cuando estoy en grupo o con orquesta me siento más motivada”.
El domingo, también en el CCK, será el momento del segundo recital. Junto a su amiga la gran pianista paranaense Graciela Reca, ofrecerá un programa, según Martha, “extremadamente difícil y complicado”, en el cual tocarán a dos pianos o a cuatro manos obras de Mozart, Debussy, Rachmaninov y Prokofiev. “Son compositores que me encantan. También me siento muy bien con Liszt, con Schumann y con Beethoven. Y está Chopin. Chopin es como un amor imposible y es muy difícil. A veces creo que lo domino y después me doy cuenta de que no”. Se sonríe y reitera: “Es un amor imposible”.
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Lo femenino
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“Rostropovich decía que cuando hacíamos música debíamos ser hermafroditas”
decía Martha Argerich
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Por fuera de los conciertos y sus contenidos, ante nuestra consulta Martha se explaya sobre asuntos que tienen que ver con el hecho de ser mujer. “Hoy en día los tantos se han igualado y no hay diferencias de género. Antes había concursos para mujeres y concursos para varones. En el Conservatorio de París, había, incluso, programas diferentes para unos y otras y algunos profesores insistían en que había partituras que solo eran pasibles de ser interpretadas por varones. Eso ha cambiado. Por lo demás, yo no creo que haya una interpretación de género. Cuando se escucha una obra para piano es imposible saber si quien toca es varón o mujer”. Y reflexiona: “¿Qué sería lo femenino, una manera de expresar una melodía? ¿Más sentimental? ¿Y lo rítmico sería masculino? No, son estructuras y convenciones que pueden existir en otras artes, pero en la interpretación no existen”. Y remata, contundente: “Rostropovich decía que cuando hacíamos música debíamos ser hermafroditas”.
Entre la nostalgia y el sentirse bien en la Argentina, trae a colación qué es lo que la vincula tan especialmente con la ciudad: “Yo no viví como adulta en Buenos Aires y es una ciudad que me gusta. Llego y le siento un perfume especial”. Enumera recuerdos: “Me encantaba el Jardín Botánico, donde caminaba con mi padre, me acompañan los recuerdos de mi hermano, mi tía Jorgelina, mi amiga Cucucha Castro”, y riéndose y con entusiasmo agrega, además, cuánto le gusta el dulce de leche, “en especial el helado de dulce de leche”.
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Para felicidad de otros argentinos, luego de sus presentaciones en el CCK, Martha ofrecerá seis conciertos en Concepción del Uruguay, en Paraná, en Córdoba y, por último, en Tucumán. Para todos estos conciertos ya están agotadas las localidades. Y después seguirá sus rutinas gloriosas por otros países y otras regiones, pero no habrá que preocuparse. Cuando conversaba con nosotros, como al pasar y muy feliz, dijo: “Este año no estuve con Daniel porque él venía con la Staatskapelle, pero el año próximo volveremos con la Orquesta del Diván”. Es decir que, a futuro, no habrá que lamentar ninguna larga ausencia. En 2019, también habrá Martha Argerich entre nosotros.
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Los conciertos
Martes, ensayo abierto. A las 17.30 se podrá presenciar el ensayo general previo al concierto en la Sala Sinfónica del CCK, Sarmiento 151. Las entradas pueden reservarse a través de la plataforma Cont.ar.
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Miércoles, todo Bach. A las 20, en la Sala Sinfónica, Argerich tocará la Partita en do menor, BWV. 826; además, con la participación del ensamble Estación Buenos Aires -dirigido por Rafael Gíntoli-, el Concierto para piano en la menor, con Mauricio Vallina como solista; el Concierto para dos violines en re menor, con Rafael Gíntoli y Cecilia Isas en violines, y un gran cierre con el Concierto para cuatro pianos de Bach-Vivaldi, a cargo de Argerich, Graciela Reca, Mauricio Vallina y Alan Kwiek. El espectáculo se transmitirá en vivo por Cont.ar y pasado mañana, a las 22, por la TV Pública.
El sábado, a cuatro manos y dos pianos con Graciela Reca. El programa está integrado por Sonata para piano a cuatro manos K. 521, de Mozart; Petite suite para piano a cuatro manos (en el centenario del fallecimiento del compositor); Danzas sinfónicas op. 45, de Rachmaninov (transcripción para dos pianos del autor), y la Sinfonía en re mayor Nº 1 op. 25, Clásica, de Prokofiev. El concierto se transmitirá en vivo por la plataforma Cont.ar y en diferido, el jueves 16, por la TV Pública.
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