Vía DiVerdi.com | Escrito por Juan Ángel Vela del Campo
La profunda admiración del director Riccardo Muti por el compositor Giuseppe Verdi es algo que salta a la vista de inmediato.
SIMO BOCCANEGRA | Dmitri Belosels, kiy Jacpo, Fiesco Quinn, Kelsey-Paolo-Albiani | Opera-Roma-Stagione 2012-13 Foto: Lelli-e-Masotti ©Teatro-dellOpera“Verdi es el músico de la Vida, y ciertamente ha sido el músico de mi vida”, escribe el director napolitano al comienzo de su apasionado y revelador libro Verdi, l’italiano, publicado recientemente en Rizzoli. “Verdi es el músico del futuro”, ha declarado con convicción el mes pasado al diario Le Monde. Las declaraciones de principios se complementan en el caso de Muti con su oficio de dirección. Cuando tiene entre manos una ópera de Verdi se transfigura, levantando a su alrededor un clima de acontecimiento. La identificación de Muti con Verdi se ha percibido en títulos como Nabucco, Ernani, I due Foscari, Attila, Macbeth, I masnadieri, Rigoletto, Il trovatore, La traviata, I Vespri siciliani, Un ballo in maschera, La forza del destino, Don Carlos, Aida, Otello y Falstaff. Con este bagaje a sus espaldas Muti ha afrontado en la recta final de 2012 Simon Boccanegra en la Ópera de Roma, institución lírica de la que es director honorario de por vida y en la que está volcado totalmente con Verdi, tanto en el teatro de la plaza Beniamino Gigli de Roma como en las giras fuera de Italia con los cuerpos estables del teatro. En 2013, por ejemplo, visitarán San Petersburgo con I due Foscari, después de las representaciones romanas en marzo, y en el verano se desplazarán nada menos que al Festival de Salzburgo con Nabucco. Para la Ópera de Roma, y para el teatro lírico italiano en general es un reconocimiento artístico excepcional.
Las representaciones de Simon Boccanegra en Roma han supuesto un idóneo pistoletazo de salida de las celebraciones del 200º aniversario del nacimiento del compositor más popular de ópera. La primera de las funciones concentró al presidente de la República italiana, al jefe de gobierno y a un puñado de ministros. La Scala de Milán, el teatro históricamente más verdiano, optó por inaugurar su temporada el mes pasado con una obra de Wagner, lo que ha generado una polémica en cierto modo excesiva. Cada teatro trata de dar lo mejor que tiene a su alcance y La Scala, con Barenboim y el tenor Jonas Kaufmann, contaba con todo a su favor para un exitoso Lohengrin. Roma, en cambio, tiene a Riccardo Muti que en Verdi es imbatible, tanto por el conocimiento del estilo como por una increíble fuerza humanista en el planteamiento orquestal. De la orquesta y coros de la Ópera de Roma ha sacado petróleo. Además las representaciones han gozado de un impecable reparto vocal y de una plásticamente poderosa escenografía de Dante Ferretti, un artista vinculado sobre todo al mundo del cine por sus aportaciones a las películas de Fellini, Scorsese y Pasolini, entre otros, y que cuenta en su haber con tres oscar. En la dirección teatral Adrian Noble, exdirector de la Royal Shakespeare Company, se inclinó por una lectura convencional.
El año Verdi ha arrancado simbólicamente con garra. Además de Roma, Nápoles ha abierto su temporada con Mariotti dirigiendo La traviata y, en fin, desde Venecia a Bari, los teatros italianos reivindican con fuerza sus raíces líricas. Fuera de Italia la pasión por Verdi no es menor. La Bayerische Staatsoper de Munich, pongamos por caso, ha programado nueve títulos diferentes de Verdi hasta el 31 de julio, y el Festival de Salzburgo ha anunciado nada menos que cuatro, uno de los cuales, Giovanna d’Arco, cuenta con Plácido Domingo que, por cierto está este mes en Valencia con I due Foscari. La palma verdiana en nuestro país se la lleva la ABAO de Bilbao que comienza 2013 con 18 títulos a sus espaldas del proyecto Tutto Verdi y que aumentará su particular cuenta el mes que viene con Les Vêpres siciliennes. Así cómo suena, en francés. Entre las novedades discográficas destaca la integral verdiana centrada en el Teatro Regio de Parma. Luego están las versiones de referencia, desde Toscanini a Muti, Chailly y Abbado, y la recuperación de los títulos menos conocidos. Riccardo Muti, con su libro y con su dirección de Simon Boccanegra, ha puesto la primera piedra, pero el año Verdi va a contar con muchas más. Estaremos atentos a lo que vaya ocurriendo.