[et_pb_section bb_built=”1″][et_pb_row][et_pb_column type=”1_3″][et_pb_text _builder_version=”3.17.1″]
Nace una trilogía inédita en el universo musical del niño venezolano
[/et_pb_text][et_pb_image _builder_version=”3.17.1″ src=”https://www.venezuelasinfonica.com/wp-content/uploads/2018/10/Logo-Juglares.jpg” /][/et_pb_column][et_pb_column type=”2_3″][et_pb_text _builder_version=”3.17.1″ text_orientation=”justified”]
En apenas doce meses de trabajo creativo, El Taller de los Juglares ha compuesto las tres obras de mayor envergadura con que cuenta actualmente el repertorio musical del niño venezolano. La Caperucita Criolla (ópera sobre guión de Aquiles Nazoa), Benigno, el mapurite (cantata criolla sobre libreto de Mariano Pineda) y Hortensia, la mulita (oratorio de Navidad, también sobre libreto de Pineda) no sólo son las tres obras más ambiciosas del acervo musical de nuestra infancia, cada una con una duración aproximada de 40 minutos, también pretenden servir de conexión ineludible entre el niño venezolano y algunas de sus herencias sonoras más importantes: el merengue, el joropo y el aguinaldo.
[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][et_pb_row][et_pb_column type=”4_4″][et_pb_text _builder_version=”3.17.1″ text_orientation=”justified”]
Opina Bartolomé Díaz, Director Artístico del ensamble: El Taller de los Juglares comenzó en 1995 como grupo de rescate de las tradiciones musicales infantiles que percibíamos como vulneradas y trastocadas. Fueron años de aplicar nuestras destrezas como intérpretes históricamente conscientes al repertorio concebido para el niño venezolano entre el siglo XIX y XX. Desde que Andrés Barrios ingresa al grupo en 2001, la agrupación se transforma en un ente de creación, sustentada esta, siempre, en un respeto a ultranza a la tradición musical de nuestro pueblo.
Un punto de inflexión determinante para El Taller de los Juglares fue su contacto con Eugenio Montejo (2004) y la eventual producción del álbum Chamario (2012), una de las grabaciones más iconoclastas y aventuradas jamás destinadas a la infancia hispanoparlante. La agrupación ha seguido, quizá sin proponérselo, la “receta Vicente Emilio Sojo” a pies juntillas: formarse en la música a través del repertorio infantil y jamás dejar de crear obras para contribuir al repertorio de la infancia.
[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][et_pb_row][et_pb_column type=”1_3″][et_pb_text _builder_version=”3.17.1″]
La Caperucita Criolla ha tenido un año movidísimo de presentaciones y se prepara a viajar a Belo Horizonte, Brasil, para su estreno internacional en noviembre de este año.
[/et_pb_text][/et_pb_column][et_pb_column type=”2_3″][et_pb_text _builder_version=”3.17.1″ text_orientation=”justified”]
El desdoblamiento de Andrés de Narrador a Lobo, a Caperucita, a Abuela-Lobo es un insólito tour de force actoral y de manejo de registros vocales. Benigno, el mapurite, coincidiendo con la publicación del libro infantil del mismo nombre (publicado por Fundación Bigott), está ya en temporada de preproducción y ha despertado el más vivo interés del público. La obra evoca, enlazados a través del joropo, diversos clásicos populares de artistas tan contrastantes como Sebastián Díaz Peña, María Elena Walsh y Frank Quintero.
[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][et_pb_row][et_pb_column type=”4_4″][et_pb_text _builder_version=”3.17.1″ text_orientation=”justified”]
Hortensia, la mulita, actualmente en proceso de montaje, es un oratorio de Navidad cuya finalidad es la defensa del aguinaldo tradicional venezolano. En él, la mula Hortensia nos narra con profunda emotividad y candor lo que fue para ella estar presente durante el nacimiento del Niño Dios.
Aunque destinadas principalmente a la infancia, se trata de obras que deberían ser disfrutadas en familia para que, eventualmente, lleguen a constituir un patrimonio emocional / cultural compartido entre generaciones.
[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][/et_pb_section]