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A pocos días de cumplir 77 años, el cantante lírico más importante del mundo ya se encuentra en Santiago, donde este jueves celebrará medio siglo desde su debut en Chile con un concierto en el teatro de CorpArtes, y otro el próximo domingo 14, en el Estadio Nacional.
Vía: culto.latercera.com | Por Pedro Bahamondes
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Viene de pasar unas fugaces vacaciones familiares en México, alejado de las luces y el ruido de Nueva York y Los Angeles, en EEUU, donde se encuentra radicado y a la cabeza de dos orquestas. Nuevamente de paso por Santiago, la ciudad que conoció hace 50 años y en la que volvió a aterrizar la noche del lunes, el tenor español Plácido Domingo (1971) se encuentra ahora en una habitación del segundo piso del Hotel Santiago, en la comuna de Las Condes, tarareando una canción que no ha podido quitarse de la cabeza en las últimas semanas: Helpless, del musical estadounidense Hamilton (2015).
“Mis nietos y nietas están muy conectados con el mundo de las redes sociales, sobre todo con Spotify, y a veces pongo oído a lo que están escuchando”, dice, acomodándose sobre el sillón. “Además de reggaeton, Hamilton es lo que más oyen, también a Adele y Lady Gaga, a quienes por cierto admiro muchísimo. Así como me ocurría y me sigue ocurriendo con Céline Dion, por ejemplo, con quien quisimos grabar un disco hace algunos años, ambas son estupendas artistas con las que me gustaría colaborar. Y espero que no sea demasiado tarde”, agrega entre risas.
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Dentro de poco, “el 21 de enero”, se repite una y otra vez a sí mismo, el cantante lírico más importante del mundo cumplirá 77 años, y aunque ha reconocido que en más de una ocasión lo ha perseguido la idea del retiro, no logra imaginar siquiera cómo sería su vida sin la música. “Es a lo que he dedicado toda mi vida, sin duda en menor medida que antes, pero sigo tan activo que hace algunos años. Me retiraré, obviamente, si se impone una cuestión física, pero nunca a la fuerza ni por lo que digan otros. La verdad es que nunca creí que iba a llegar a cantar hasta esta edad, y siempre que firmo contratos les advierto que no sé si llegaré a cantar, pues no sé hasta cuándo voy a seguir haciéndolo”, aclara. “Pero la vida es así, los años pasan, aunque tengo una teoría: hoy soy mucho más joven que antes, pues después de tantos años lo que tengo es juventud acumulada”, agrega.
Prueba de ello son los dos conciertos con los que no solo celebrará 50 años desde su debut en nuestro país, este jueves 11 en el teatro de CorpArtes y el domingo 14 en el Estadio Nacional, sino que además lo tendrán nuevamente frente al público chileno, con el que ha sostenido “un apasionado romance” desde su primera visita, en 1967. Al frente de dos óperas, un joven Domingo se desdobló entonces sobre el escenario del Teatro Municipal en los roles de Andrea Chénier, en la pieza homónima de Umberto Giordano, y en el de Don José en Carmen de Georges Bizet.
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– ¿Qué recuerdos conserva de esa primera visita suya a Chile?
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– El solo hecho de venir desde tan lejos y a cantar, fue muy emocionante para mí. Además, encontrarme con un artista que admiraba muchísimo, como el tenor Ramón Vinay (1911-1996) y a mis 26 años, fue un verdadero hito en mi vida. El fue uno de los grandes Otelos, y poder cantarlo junto a él, aquí, fue un regalo. Vinay había sido un Don José grandioso en la Carmen también, y cuando yo estaba haciéndolo en el cuarto acto, sentí como si él fuera el apuntador, porque cantaba la misma parte conmigo, pero bajito. Con el tiempo entendí que él estaba recordando sus años como tenor conmigo. Al margen de lo musical, esos eran otros días y en los que se tenía más tiempo. Recuerdo que visitamos las bodegas de la viña Concha y Toro, y la verdad es que esta ciudad ha cambiado mucho. Hoy luce bellísima.
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– Su última vez en nuestro país fue en 2014, cuando llenó el Movistar Arena, y antes en 2012, cuando estrenó Il Postino. ¿A qué atribuye su relación con Chile?
– Ese vínculo tengo que agradecérselo a mi amigo, el ex director del Teatro Municipal, Andrés Rodríguez, quien me invitó en varias ocasiones a cantar allí. También he compartido el escenario junto a grandes artistas nacidas aquí, como Verónica Villarroel y Cristina Gallardo Domâs. Hoy le agradezco a la Fundación CorpArtes y a la familia Saieh, pues celebrar medio siglo para cualquier artista es tan crucial como las bodas de oro para una pareja. En lo personal, yo siempre he tenido una obsesión con Chile, si es que así puedo llamarle: hace poco estuve en Praga, dirigiendo el Don Giovanni de Mozart por los 230 años de la premiere en la misma ciudad, y por esas casualidades me enteré de que el gran Pablo Neruda había adquirido su nombre por el famoso poeta checo. En fin. Es como si la vida se encargara de reencontrarme con este país, que además de buen vino tiene uno de los mejores públicos ante los que he cantado en mi vida. Y no han sido pocos.
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Cábalas y sorpresas
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Los 87 músicos de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, al mando de Sandra Meluk, la misma que acaba de cumplir 50 años y que lo acompañará en sus dos conciertos en Chile, ya arribaron al país, le cuentan durante la conferencia de prensa que Plácido Domingo ofreció ayer en el ex Hyatt. Junto él estaban la directora ejecutiva de la Fundación CorpArtes, Francisca Florenzano; el periodista Iván Valenzuela de Canal 13 -que este domingo, a las 20.00 horas, transmitirá el concierto Chile en mi corazón en todas sus plataformas-, además de Meluk. También lo hicieron ya la soprano puertorriqueña Ana María Martínez (“una de las voces más notables y versátiles que he oído”), el guitarrista clásico español Pablo Sáinz Villegas, junto al que acaba de grabar un disco a dúo y que saldrá bajo el sello Sony Music, además del director estadounidense Eugene Kohn, un viejo conocido suyo y quien antes colaboró con María Callas y Luciano Pavarotti.
La artista chilena radicada en México, Mon Laferte, quien saldrá al escenario este domingo junto al tenor español en el Estadio Nacional, es la única que aún no ha aterrizado en nuestro país. “No hemos podido reunirnos, pero espero que ese primer encuentro entre ella y yo en el escenario sea lo que hemos esperado”, dice Domingo.
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– ¿Cómo se dio la oportunidad de que Mon Laferte cantara con Ud.?
– Lo cierto es que la artista me fue sugerida por la fundación. Yo supe que ella acaba de ganar un Grammy y la he visto en videos, y me parece sumamente versátil y carismática, y desde aquel momento en que sugirieron su nombre nos pusimos en contacto y hemos decidido quedar a mitad de camino. Esto en cuanto a lo musical, porque ella no puede venir a cantar el repertorio que yo hago ni yo el de ella, entonces hemos acordado reunirnos justo en el medio.
– ¿Qué han planeado para el repertorio?
– No me gusta anunciar programas, quizás por cábala y porque tiene que haber sorpresas. Una podría ser que cantaré junto a mi hijo, Plácido (José Plácido Domingo Guerra, nacido en 1958). Lo que sí puedo contarte que en ambos conciertos habrá ópera, zarzuela, música de Broadway, de opereta y también canciones populares con raíz latinoamericana. Entre todo, más de alguna tocará el corazón del público, de eso estoy seguro.
– Hace varios años que Ud. suele cantar en espacios abiertos y para grandes públicos. ¿Qué valor ve en estos eventos masivos, pensando en que la música clásica sigue siendo de un gusto selecto?
– No solo el público ni la voz de un cantante, como es mi caso, se amplifican en este tipo de conciertos, sino también la emoción. Lo que más me preocupa de cantar en estadios y otros lugares así de abiertos es que no se haga justicia a las voces. Me molesta el sonido distorsionado, incluso desde los tiempos de Los Tres Tenores, y no solo a mí, a todos nos preocupaba. Siento que hay una complicidad con el público que se da solo en estos grandes escenarios. Cuando sales y está repleto, te pones lleno de alegría y notas que el interés por la música clásica no es tan selecto como muchos creen. Además, yo soy una bestia del escenario a la que le gusta llenar todos los costales, piensa nada más que he hecho 150 personajes, y no es algo que descuide en este tipo de conciertos. Es muy bello que al público le llegue lo que tú estás cantando o que reconozca ciertas obras, ciertas canciones, y que puedan ponerse a cantar contigo, pero sigo creyendo que lo que más pide el público es la versatilidad de sus artistas, y meterme en personajes ha sido muy provechoso para mí.
– A su juicio, ¿quién es el tenor que todos debieran oír hoy?
– Uno con el que al parecer llevamos un repertorio bastante paralelo, pues ambos hemos hecho, por ejemplo, Andrea Chénier , además de varias otras producciones. Ese tenor es Jonas Kaufmann (1969), sin duda. Desgraciadamente, él parece llevar una vida en la que le tira mucho Europa, sobre todo Múnich, y ha tenido que cancelar quizás por otros motivos. Yo mismo como artista creo que hay que derribar esas barreras, pues muchos artistas no van a Los Angeles, donde actualmente dirijo, porque están muy metidos en Europa, y está bien, pero es tiempo de abrirse a nuevos escenarios, a nuevas condiciones de trabajo incluso y a colaborar con otros grupos.
– Por último, y nada más por curiosidad: ¿qué opina realmente del reggaeton que oyen sus nietos?
– Es lo que decía hace un rato. Es la música que escuchan los más jóvenes, mis nietos y nietas incluidos, y eso que ellos están dando también sus primeros pasos en la música, en la batería, el piano y la guitarra. Incluso, dos de ellas podrían ser grandes cantantes líricas, y es posible que con el tiempo haya algunas Domingos dando vueltas por ahí. Yo respeto a los artistas que están teniendo su éxito, y es que no se puede ir contra la corriente. Y cuando hay tanta gente que disfruta con ello, con el reggaeton, por ejemplo, lo único que uno puede hacer es bailarlo, como yo hago con mi familia. Yo no podría cantar nunca como ellos lo hacen, porque tiene su arte también, que no es la mía. Todo ha cambiado, y pienso que la humanidad no se equivoca. Ni siquiera con el reggaeton.
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