El maestro argentino-israelí fue elegido nuevamente por los músicos de la Filarmónica de Viena para el tradicional encuentro. Brilló con una selección de valses, polkas y marchas de los Strauss.
El maestro argentino-israelí Daniel Barenboim recibió una larga ovación hoy al finalizar el tradicional concierto de Año Nuevo en Viena.
Fue la segunda vez desde 2009 que el virtuoso director de orquesta de 71 años recibió lo que considera “el mayor regalo para un director de orquesta”: fue elegido por los músicos de la Filarmónica de Viena para hacerlos interpretar a su manera este prestigioso concierto bajo los techos dorados del Musikverein.
La 74a. edición de esta célebre gala batió un nuevo récord, puesto que fue transmitida hacia 92 países, con una teleaudiencia estimada entre 40 y 50 millones de personas, algo único para un espectáculo de música clásica.
Como todos los años, el programa estuvo consagrado a reeditar la gloria de los valses, polkas, galops y marchas de Johann Strauss padre (1804-1849), y de sus tres hijos, Johann (1825-1899), Joseph (1827-1870) y Edouard (1835-1916).
Por primera vez dio lugar a la ejecución de una obra de Richard Strauss (1864-1949), el compositor alemán sin lazo de parentesco con la dinastía de los vieneses. En la segunda parte del concierto, la orquesta interpretó “Música del claro de luna”, un pasaje de la ópera “Capriccio”.
En el final tradicional, el público disfrutó del más célebre de los valses, “El Danubio azul” de Johann Strauss hijo, y la “Marcha Radetzky”, compuesta por su padre, con los espectadores acompañándola batiendo palmas, mientras que Barenboim estrechaba la mano uno por uno a los músicos de la Filarmónica vienesa.