Vía: Clarin.com | Por Federico Monjeau
El bandoneonista, fundador del Sexteto Tango, tiene disco nuevo, “Atemporal”.
Víctor Lavallén es un histórico del tango. Nacido en Rosario en 1935, bandoneonista de Pugliese entre 1958 y 1968, miembro fundador del Sexteto Tango, actual director de la Orquesta Escuela, compositor y arreglador, Lavallén es una figura emblemática del género, aunque a su modo nunca dejó de renovarse.
El músico acaba de volver al ruedo con un disco notable, Atemporal, al frente de la orquesta que integran instrumentistas mucho más jóvenes que él, dos de los cuales también componen y hacen sus propios arreglos: Alejandro Bruschini, en bandoneón, y Pablo Estigarribia, uno de los pianistas más talentosos de la escena actual. Completado por Washington y Leonardo Williman en violines, Silvio Acosta en contrabajo, Germán Martínez en teclados y el cantor Hernán Lucero, el flamante álbum se presentará próximanente el el Centro Tasso.
En la música de este álbum, en especial en su propia composición que da nombre al disco, “Atemporal”, pero incluso en las piezas más melódicas como “Margarita Gauthier”, hay una fuerza y un tipo de acentuación rítmica que remite a Pugliese.
Pugliese me marcó completamente. Yo ya de muy chico escuchaba todas las orquestas, y Pugliese siempre me impactó. Me tiraba eso. Yo lo iba a escuchar a los clubes de Villa Urquiza. Me gustaba mucho, como los pibes de ahora que van a oír sus grupos de rock y se ponen sus tachas y cadenas… bueno, lo mismo. Pero mi entrada en esa orquesta fue muy curiosa…
¿Por?
No estaba previsto que yo tocara en esa orquesta. Yo era amigo de Ernesto Romero, el pianista que alternaba con Pugliese, y se me ocurrió preguntarle si no podía tocar con ellos. Figúrese, adelante mío estaban Julián Plaza, Libertella, Baffa, unos cuantos… Yo era un pibe de 24 años, pero en las orquestas de esa época no querían gente muy conocida, sino gente tranquila para tocar en los boliches. Para colmo, Pugliese nos hacía escribir los arreglos. Ahí empecé mi carrera de arreglador.
¿Cuál es su filosofía del arreglo?
Muy sencillo: escribir lo que se me ocurra, pero siempre respetando las reglas del género. Nuevas ideas, pero siempre dentro del género. Es como decía Mariano Mores. Una vez estaba preludiando algo en el piano y yo le digo: “Qué lindo eso que estás haciendo, Mores”. Y él me respondió: “Eso es para los músicos, no para la gente”.
Es una divisoria medio drástica.
Pero es así. Hay que hacer lo que uno siente, pero respetando el género. Si no, la música no llega. Por eso a veces los chicos se confunden. Se creen que porque ponen un bandoneón con un cuarteto es tango. Tal vez musicalmente está muy bien, pero no se entiende nada. Y yo me digo: está muy bien, pero ¿de qué van a laburar? Van a tocar para ellos pero no van a vender un solo disco.
Pero los jóvenes hoy parecen bastante conectados con la tradición del tango. ¿No es así?
Sería deseable. Yo en la Orquesta Escuela Emilio Balcarce siempre les digo que se apropien de las cosas. Que si les gusta algo de Piazzolla, de Pugliese, de Fresedo, tómenlo. Porque eso lo enriquece. Después la personalidad va a surgir sola, sin pensarlo.
¿Cómo es el trabajo en la Orquesta Escuela?
Bueno, los chicos se anotaron en marzo del año pasado, les tomamos la prueba de instrumentos. Hay doce violines, seis bandoneones, un montón de buenos músicos. No enseñamos el instrumento, enseñamos el tango, los distintos estilos… Le muestro el acento de Pugliese, los colores del tango, que es algo muy difícil y hay que estudiar mucho. Este año invitamos a los directores: Leopoldo Federico, Raúl Garello y otros, para que vengan a dirigir con sus arreglos. En dos años saben cómo se toca el tango. Después la cosa queda a criterio de ellos. Lo que sí le puedo asegurar es que estos jóvenes estudian mucho, mucho.