Dijo que los flashes desconcentran a los músicos
Anteanoche, en el segundo concierto de su gira europea de invierno, en el Auditorio Nacional de Madrid, el director Daniel Barenboim interrumpió su acto para llamarle la atención al público por sacar fotos con sus celulares. Fue justo antes de que Barenboim y sus músicos israelíes-palestinos-árabes-españoles de la West-Eastern Divan inicien una seguidilla de cuatro composiciones de Maurice Ravel. El maestro argentino pidió una pausa en la ondanada de fotografías “porque está prohibido, porque desconcentra a los músicos tanto flash” y, coqueteando con humor, “porque si ocupan las manos apretando los correspondientes botoncitos no pueden aplaudir a la orquesta”.
Días atrás, también en el marco de la presentación madrileña de “Música por la paz”, Barenboim habló con la prensa internacional, con la masacre jihadista de París como telón de fondo, ciudad a la que casualmente esta noche recalará junto con su orquesta para continuar con la gira. “Cuando se habla de este proyecto como un proyecto para la paz -señaló-, me temo que pueda dar ideas falsas. La música, siendo importantísima, no puede traer la paz en el Medio Oriente. Hay muchas cosas que hacer antes de poder hablar de la paz. La seguridad y la justicia… La música no puede dar ni la justicia a los palestinos ni la seguridad a Israel.” Allí entonces, una periodista francesa le preguntó si él también era Charlie (Hebdo), como dicen los mensajes solidarios en todo el mundo (“Je suis Charlie”), pero el director se negó a pronunciar la ya famosa frase y remarcó: “Es un tema muy complejo. Se trata en primer lugar de hablar de la libertad de prensa, la libertad de opinión, que es absolutamente esencial, y en el hecho que quien no esté de acuerdo con eso no tiene ningún derecho a ir a matar a otra gente no hay duda. Pero tenemos que ver cómo se desarrolla todo esto. Creo que lo más importante es que se tenga una idea clara de qué representa la libertad de prensa y pensamiento y cuáles son las consecuencias…”.