A sus 36 años, el músico granadino se afianza en la gran urbe americana e inicia con Schubert y los Barrocos de Friburgo su relación con el sello francés Harmonia Mundi.
Vía: diariodesevilla.es | Por: Pablo J. Vayón
Cuando en diciembre de 2011 Pablo Heras-Casado (Granada, 1977) fue nombrado Director Principal de la Orquesta de St. Luke’s de Nueva York sintió cumplirse un sueño. “Es el socio perfecto para este momento de mi carrera. Es una orquesta de cámara controlada por los propios músicos, un conjunto exigente, con un repertorio muy variado, que tiene una temporada regular en el Carnegie Hall, una gran tradición y una extraordinaria reputación en los Estados Unidos. Nueva York se ha convertido en mi hogar artístico y poder tener ahí mi propia orquesta, que me permite además la flexibilidad suficiente para desarrollar todos mis otros proyectos, es un lujo”.
-Esta temporada debutó también con un Rigoletto en el Metropolitan. ¿Cómo fue?
-Una experiencia maravillosa, un privilegio. Desde que puse el primer pie me sentí allí como en casa. Es una institución en la que todo el mundo trabaja con un solo interés: el mejor resultado artístico posible. Una vez llegas, ya no hay que tratar ni negociar nada: todo el mundo te transmite su disponibilidad para que pases el mejor tiempo imaginable como artista. He firmado un título para cada una de las próximas cuatro temporadas.
-Y en abril debuta con la Filarmónica de Nueva York en concierto.
-Nueva York es mi casa. He tocado con todas las orquestas, en todos los festivales relevantes de la ciudad. Solo me faltaba la Filarmónica.
-¿Cuál es el programa del debut?
–Cuatro interludios marinos de Peter Grimes de Britten, Concierto para piano nº3 de Bartók, Sinfonía nº10 de Shostakovich.
-Harmonia Mundi acaba de publicar su primer álbum para el sello, 3ª y 4ª de Schubert con la Orquesta Barroca de Friburgo, que justo cumple ahora 25 años. ¿Cómo es su relación con el conjunto?
-La calificaría como la crónica anunciada de un matrimonio feliz. Teníamos planes desde hacía tres años. Ellos se acercaron a mí, sabiendo que soy un director que viene de la música antigua. Pero lo que les atrajo fue mi forma de afrontar Mahler, Shostakovich, Brahms… Ahora mismo es la orquesta a la que más tiempo dedico.
-¿Por qué Schubert para empezar?
-Se trata de un proyecto artístico amplio, de cuatro a cinco años, que compartiré con Harmonia Mundi y la orquesta. Cuando el sello se acercó a mí, yo estaba empezando a trabar mis relaciones con el conjunto. Para HM cada proyecto de grabación tiene que funcionar en disco, pero además tener un sentido artístico profundo. No tenían sinfonías de Schubert en su catálogo y deseaban explorar ese territorio. Por su lado, la Barroca de Friburgo venía avanzando hacia la música del siglo XIX, pero dando pasos muy conscientes, queriendo agotar cada etapa, no pasar demasiado rápido por encima de Mozart para ir a Beethoven o de Beethoven para ir a los románticos. Hasta que no han hecho todas las sinfonías de Beethoven no se han involucrado con Schubert y ese paso lo han querido dar conmigo. Tenemos un gran proyecto integral de investigación e interpretación que se llama The Romantic Journey y en el que exploraremos de forma intensiva la música de Schubert, Schumann y Mendelssohn a través de giras y registros discográficos.
-La 3ª y la 4ª son sinfonías de un Schubert de 18 o 19 años. Distan mucho de ser las más populares de su catálogo.
-Sí, claro, pero las conozco desde hace mucho, y para mí son obras de repertorio. Pienso que resumen de forma perfecta y brillante la personalidad en potencia de Schubert. Las dos están compuestas con un impulso muy espontáneo, por un joven impetuoso, pero también virtuoso, alguien que ya dominaba el lenguaje musical y artístico y no se conformaba con rellenar moldes conocidos, fueran beethovenianos o clásicos. Schubert está abriendo fronteras formales y armónicas en el Romanticismo. Estas obras tienen de maravilloso la combinación entre la fluidez del Clasicismo y la voluntad de innovación. Además son antagónicas entre sí. Responden a dos facetas de Schubert que coexisten en su lenguaje maduro: alguien que anhela la vida y la belleza y el optimismo pero a la vez siente un impulso más oscuro, más dramático, tormentoso. La 3ª, escrita en la brillante tonalidad de re mayor, es muy clásica, italiana, luminosa, ligada a los ritmos de danza: termina con una tarantela, pero el minueto tiene ya mucho de scherzo beethoveniano, está buscando romper la regularidad del ritmo ternario. La 4ª está en cambio en do menor, la tonalidad romántica y trágica por excelencia, y se construye a partir de moldes beethovenianos, con un segundo movimiento de tonalidades sombrías, que suena casi mahleriano. En mi opinión esta pareja de sinfonías representa mucho mejor la esencia del romanticismo auténtico que lo que puedan hacerlo obras de Brahms, Bruckner, el último Schumann o Liszt, que forman parte de un romanticismo ya tardío. En este Schubert se aprecia en cambio el mundo del Werther de Goethe, el de E.T.A. Hoffmann o el de Caspar David Friedrich.
-La gira con música de Schumann es este mismo año.
-Sí, es una gira muy larga en torno a los conciertos. No es muy normal incluir los tres conciertos [piano, violín, violonchelo] en un mismo programa. Yo quise añadir algo de música sinfónica y por eso haremos también la Obertura, Scherzo y Finale, que es una obra madura y original, pero se toca menos que las sinfonías, que dejaremos para más adelante.
-También va lógicamente al disco.
-Sí, pero mi próximo lanzamiento discográfico será en marzo con la 2ª Sinfonía de Mendelssohn, que he registrado también para HM con la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera.
-Usted trabaja esta música del primer romanticismo tanto con orquestas convencionales como con conjuntos historicistas. ¿Qué diferencias encuentra entre unos y otros?
-La diferencia la marca en realidad el trabajo con grandes músicos, da igual su background. Los de la Barroca de Friburgo son para mí los mejores en el ámbito de la música histórica: tienen un nivel técnico inigualable, además de una apertura de miras y una inteligencia enorme. Pero yo no negocio mis ideas musicales, lo que pienso que significa Mendelssohn, en este caso. Cuando trabajo con los Barrocos de Friburgo el material sonoro, físico, es otro y por eso encontramos tempi y densidades diferentes. El siguiente paso en ese viaje será la gira de 2015, en la que tenemos planeado hacer y grabar las Sinfonías 3ª y 4ª. Para mí hacer la 2ª con la orquesta de Baviera y las otras con instrumentos históricos no supone ningún conflicto.
-Algún otro proyecto próximo que le ilusione especialmente.
-Tengo la inmensa suerte de que cada uno de los proyectos que estoy desarrollando me hace mucha ilusión. Todo es muy meditado, muy buscado. No hay nada que sea simplemente de transición. Mantengo mis colaboraciones anuales con el Ensemble Intercontemporain. La música actual sigue siendo esencial en mi trabajo. Esta temporada voy a hacer además dos debuts importantes en Londres: con la London Symphony y con la Philharmonia. Hay también una Flauta mágica en el Festival de Aix-en-Provence y una línea de grabaciones que va más allá de mis compromisos con la Barroca de Friburgo. Tengo previstos registros con música de Bartók y de Falla.