La intérprete china regresa este lunes al Palau de la Música con un recital de Chopin y Brahms
Vía: www.lavanguardia.com | LARA GÓMEZ RUIZ,
Podría hacerse pasar por una diva del pop si no fuera porque con su virtuoso piano ha logrado encandilar a millones de aficionados y llenar las grandes salas del mundo. Se trata de la pianista china Yuja Wang, que aterriza de nuevo este lunes en el Palau de la Música Catalana después de su interpretación de la Sinfonía Turangalila al lado de Gustavo Dudamel la pasada temporada. Esta vez ofrecerá un recital con obras de Chopin y Brahms.
El carisma de esta joven de 30 años y su puesta en escena no dejan indiferente a la crítica. Su control absoluto sobre las teclas y sus luminosas interpretaciones han logrado cautivar a un público muy variado, pues cuenta con gente de todas las edades gracias al gran éxito de sus vídeos en las redes sociales.
Los críticos lo tienen claro: Yuja es una artista poco convencional. Y no solo por la diversidad de sus seguidores, algo poco común en la música clásica, sino por ser la primera intérprete que ha osado romper los protocolos de vestimenta de este mundillo. Sin ir más lejos, en una ocasión tocó el concierto número 3 de Rachmaninoff con la Filarmónica de Los Ángeles enfundada en un mini vestido naranja que dejó boquiabierto al público. Sus fans reconocen que, además de su innegable talento musical, acaban enamorados de su fuerte personalidad, que va más allá del que dirán.
“El mundo de la clásica impone unas reglas sobre lo que debe llevarse puesto que me parecen ridículas”, declaró la pianista en una anterior entrevista en este diario. La joven se muestra encantada de ocupar páginas en la prensa, pero le choca que muchos medios hablen más de su indumentaria que de su talento. “Simplemente así soy yo”, confiesa. Lo cierto es que solo hace falta acudir un día a uno de sus recitales para darse cuenta de que el vestido es solo una anécdota.
Por otro lado, la realidad de Yuja es bastante compleja. Es mujer, china, y tiene éxito, y eso no es fácil de gestionar. Reconoce que enamora y desenamora. De hecho, en más de una ocasión ha confesado que sus padres no acaban de ver con buen ojo su triunfo en los escenarios y desearían que “sentara la cabeza”.
En su país de origen el éxito es una parcela básicamente reservada para hombres, lo que hace de ella un personaje aún más relevante. Tampoco ayuda que el ambiente en el que se mueva siga siendo machista, pese a quien pese, pues sobran dedos de una mano para contar las mujeres directoras de orquesta. Pero Yuja aprovecha las adversidades para reivindicar su libertad y la necesidad de expresarse como desea, más allá de su talento como música.
El mundo de la clásica impone unas reglas sobre lo que debe llevarse puesto que me parecen ridículas”